«Yo conozco la pena sin olvido de tu melancolía de mujer, como un rosal que nunca ha florecido o que no lo dejaron florecer.
El corazón te duele en un latido que lo atraviesa igual que un alfiler, pues no hay amor, por triste que haya sido, más triste que el que nunca pudo ser.
Y es que tu amor era una flor prohibida, y ya no hubo más flor para su vida calladamente fiel a un solo amor;
y ése es el luto que hay en tu mirada, ese luto de novia abandonada, tan parecido al de un rosal sin flor....»