Me llegas en la brisa y en la espuma, tú, la perdida para siempre... Tú, la que ennoblecías el sabor del recuerdo, que ahora llegas más casta y más ausente...
Me llegas en el viento que huele a lejanía, me llegas en la sal que sabe a muerte, tú, sombra arrinconada en un silencio; tú, la perdida para siempre...
Ya no sé por qué sordo camino de la ausencia, bajo qué estrellas moribundas vienes, con los pies inseguros llenos de polvo y de rocío, tú, la perdida para siempre...