Te sentí, como el viento, cuando pasabas ya; como el viento, que ignora si llega o si se va... Fuiste como una fuente que brotó junto a mí. Y yo, naturalmente, sentí sed y bebí.
Llegaste como el viento, náufraga del azar, con tus ojos alegres entristeciendo el mar. Y, para que la tarde pudiera anochecer, te fuiste como el viento, que no sabe volver.