Te acordarás un día de aquel amante extraño que te besó en la frente para no hacerte daño. Aquel que iba en la sombra con la mano vacía, porque te quiso tanto que no te lo decía. Aquel amante loco que era como un amigo, y que se fue con otra para soñar contigo.
Te acordarás un día de aquel extraño amante, profesor de horas lentas, con alma de estudiante. Aquel hombre lejano que volvió del olvido sólo para quererte como nadie ha querido. Aquel que fue ceniza de todas las hogueras, y te cubrió de rosas, sin que tú lo supieras.
Te acordarás un día del hombre indiferente que en las tardes de lluvia te besaba en la frente; viajero silencioso de las noches de estío, que sembraba en la arena su corazón tardío. 1 Te acordarás un día de aquel hombre lejano, del que más te ha querido, porque te quiso en vano.
Quizás, así, de pronto, te acordarás un día de aquel hombre que a veces callaba y sonreía. Tu rosal preferido se secará en el huerto, como para decirte que aquel hombre se ha muerto. Y él andará en la sombra, con su sonrisa triste. Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.