Ah, sí, ya abrí mi casa para todo el que llega, para todo el que pasa.
Sobran salud y pan, y, sin embargo, hay algo en esta miel con sabor amargo.
Y desdeño mis bienes, estos bienes ganados con sangre y con lamentos, y envidio el hombre sucio que despide los trenes viendo crecer sus hijos alegremente hambrientos.