Yo aprendí a destapar sarcófagos y arcones y a curiosear el polvo de los libros extraños, y sonreí de pena cantando mis canciones para las señoritas de 35 años.
Ah, no, no me digáis que es agria esta alegría que se solaza un poco con el dolor ajeno, ni me digáis que es triste la botella vacía si tenéis en la mano el vaso lleno.