Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos; y cuál mi idealista corazón te llora. Mis cálices todos aguardan abiertos tus hostias de otoño y vinos de aurora. Amor, cruz divina, riega mis desiertos con tu sangre de astros que sueña y que llora. Amor, ya no vuelves a mis ojos muertos que temen y ansían tu llanto de auroral Amor, no te quíero cuando estás distante rifado en afeites de alegre bacante, o en frágil y chata facción de mujer. Amor, ven sin carne, de un Icor que asombre; y que yo, a manera de Dios, sea el hombre que ama y engendra sin sensual placer!