Enfrente a la Comedia Francesa, está el Café de la Regencia; en él hay una pieza recóndita, con una butaca y una mesa. Cuando entro, el polvo inmóvil se ha puesto ya de pie.
Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa de un cigarrillo humea, y en el humo se ve dos humos intensivos, el tórax del Café, y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.
Importa que el otoño se injerte en los otoños, importa que el otoño se integre de retoños, la nube, de semestres; de pómulos, la arruga.
Importa oler a loco postulando ¡qué cálida es la nieve, qué fugaz la tortuga, el cómo qué sencillo, qué fulminante el cuándo!