Hay un lugar que yo me sé en este mundo, nada menos, adonde nunca llegaremos. Donde, aun si nuestro pie llegase a dar por un instante será, en verdad, como no estarse. Es ese sitio que se ve a cada rato en esta vida, andando, andando de uno en fila. Más acá de mí mismo y de mi par de yemas, lo he entrevisto siempre lejos de los destinos. Ya podéis iros a pie o a puro sentimiento en pelo, que a él no arriban ni los sellos. El horizonte color té se muere por colonizarle para su gran Cualquiera parte. Mas el lugar que yo me sé, en este mundo, nada menos, hombreado va con los reversos. -Cerrad aquella puerta que está entreabierta en las entrañas de ese espejo. -¿Está?- No; su hermana. -No se puede cerrar. No se puede llegar nunca a aquel sitio do van en rama los pestillos. Tal es el lugar que yo me sé.