He aquí que hoy saludo, me pongo el cuello y vivo, superficial de pasos insondable de plantas. Tal me recibo de hombre, tal más bien me despido y de cada hora mía retoña una distanciA.
¿Queréis más? encantado. Políticamente, mi palabra emite cargos contra mi labio inferior y económicamente, cuando doy la espalda a Oriente, distingo en dignidad de muerte a mis visitas.
Desde totales códigos regulares saludo al soldado desconocido al verso perseguido por la tinta fatal y al saurio que Equidista diariamente de su vida y su muerte, como quien no hace la cosa.
El tiempo tiene un miedo ciempiés a los relojes.
(Los lectores pueden poner el título que quieran a este poema)