Confiaremos en la mala memoria de la gente, ordenaremos los restos, perdonaremos a los sobrevivientes, daremos libertad a los encarcelados, seremos generosos, magnánimos y prudentes.
Nos han metido las ideas exóticas como una lavativa, pero instauramos la paz, consolidamos las instituciones; los comerciantes están con nosotros, los banqueros, los políticos auténticamente mexicanos, los colegios particulares, las personas respetables. Hemos destruido la conjura, aumentamos nuestro poder: ya no nos caeremos de la cama porque tendremos dulces sueños.
Tenemos Secretarios de Estado capaces de transformar la mierda en esencias aromáticas, diputados y senadores alquimistas, líderes inefables, chulísimos, un tropel de putos espirituales enarbolando nuestra bandera gallardamente.