Pensó ojalá que no pero esta vez acaso sea la última.
Con el deseo más tierno que otras noches tentó las piernas de la mujer nueva que afortunadamente no eran de carrara posó toda su palma sobre la hierbabuena y sintió que su mano agradecía viajó moroso y sabio por el vientre se conmovió con valles y colinas se demoró en el flanco y su hondonada que siempre era su premio bienvenido anduvo por los pechos eligiendo al azar y allí se quedó un rato descifrando con el pulgar y el índice reconoció los labios que afortunadamente no eran de coral y deslizó una mano por debajo del cuello que afortunadamente no era de alabastro.
Pensó ojalá que no pero puede ser la última.
Y si después de todo es la última vez.
Entonces cómo cómo haré mañana de donde sacaré la fuerza y el olvido para tomar distancia de esta orografía de esta comarca en paz de esta patria ganada apenas y a penas a tiempo y a dulzura a ráfagas de amor.