Nos han contado a todos cómo eran los crepúsculos de hace noventa o novecientos años
cómo al primer disparo los arrepentimientos echaban a volar como palomas cómo hubo siempre trenzas que colgaban un poco sucias pero siempre hermosas cómo los odios eran antiguos y elegantes y en su barbaridad venturosa latían cómo nadie moría de cáncer o de asco sino de tisis breves o de espinas de rosa
otro tiempo otra vida otra muerte otra tierra donde los pobres héroes iban siempre a caballo y no se apeaban ni en la estatua propia
otro ocaso otro nunca otro siempre otro modo de quitarle a la hembra su alcachofa de ropas
otro fuego otro asombro otro esclavo otro dueño que tenía el derecho y además del derecho la propensión a usar sus látigos sagrados
abajo estaba el mundo abajo los de abajo los borrachos de hambre los locos de miseria los ciegos de rencores los lisiados de espanto
comprenderán ustedes que en esas condiciones eran imprescindibles los puentos movedizos. No sé si es el momento de decirlo en este punto muerto en este año desgracia
por ejemplo decírselo a esos mansos que no pueden resignarse a la muerte y se inscriben a ciegas caracoles de miedo en la resurrección qué garantía
por ejemplo a esos ásperos no exactamente ebrios que alguna vez gritaron y ahora no aceptan la otra la imprevista reconvención del eco
o a los espectadores casi profesionales esos viciosos de la lucidez esos inconmovibles que se instalan en la primera fila así no pierden ni un solo efecto ni el menor indicio ni un solo espasmo ni el menor cadáver
o a los sonrientes lúgubres los exiliados de lo real los duros metidos para siempre en su campana de pura sílice egoísmo insecto ésos los sin hermanos sin latido los con mirada acero de desprecio los con fulgor y labios de cuchillo
en este punto muerto en este año desgracia no sé si es el momento de decirlo con los puentes a medio descender o a medio levantar que no es lo mismo. Puedo permanecer en mi baluarte en ésta o en aquella soledad sin derecho disfrutando mis últimos racimos de silencio puedo asomarme al tiempo a las nubes al río perderme en el follaje que está lejos
pero me consta y sé nunca lo olvido que mi destino fértil voluntario es convertirme en ojos boca manos para otras manos bocas y miradas
que baje el puente y que se quede bajo
que entren amor y odio y voz y gritos que venga la tristeza con sus brazos abiertos y la ilusión con sus zapatos nuevos que venga el frío germinal y honesto y el verano de angustias calcinadas que vengan los rencores con su niebla y los adioses con su pan de lágrimas que venga el muerto y sobre todo el vivo y el viejo olor de la melancolía
que baje el puente y que se quede bajo
que entren la rabia y su ademán oscuro que entren el mal y el bien y lo que media entre uno y otro o sea la verdad ese péndulo que entre el incendio con o sin la lluvia y las mujeres con o sin historia que entre el trabajo y sobre todo el ocio ese derecho al sueño ese arco iris
que baje el puente y que se quede bajo
que entren los perros los hijos de perra las comadronas los sepultureros los ángeles si hubiera y si no hay que entre la luna con su niño frío
que baje el puente y que se quede bajo
que entre el que sabe lo que no sabemos y amasa pan o hace revoluciones y el que no puede hacerlas y el que cierra los ojos
en fin para que nadie se llame a confusiones que entre mi prójimo ese insoportable tan fuerte y frágil ese necesario ése con dudas sombra rostro sangre y vida a término ese bienvenido
que sólo quede afuera el encargado de levantar el puente