En su hierro perdura el hombre fuerte, hoy polvo de planeta, que en las guerras de ásperos mares y arrasadas tierras lo esgrimió, vano al fin, contra la muerte.
Vana también la muerte. Aquí está el hombre blanco y feral que de Noruega vino, urgido por el épico destino; su espada es hoy su símbolo y su nombre.
Pese a la larga muerte y su destierro, la mano atroz sigue oprimiendo el hierro y soy sombra en la sombra ante el guerrero
cuya sombra está aquí. Soy un instante y el instante ceniza, no diamante, y sólo lo pasado es verdadero.