Nadie a tu lado. Anoche maté a un hombre en la batalla. Era animoso y alto, de la clara estirpe de Anlaf. La espada entró en el pecho, un poco a la izquierda. Rodó por tierra y fue una cosa, una cosa del cuervo. En vano lo esperarás, mujer que no he visto. No lo traerán las naves que huyeron sobre el agua amarilla. En la hora del alba, tu mano desde el sueño lo buscará. Tu lecho está frío. Anoche maté a un hombre en Brunanburh.