Carlos avanza entre su pueblo. Mira a la izquierda y a la derecha. Ha rechazado los brazos de la escolta. Liberado de la necesidad de la mentira,
sabe que hoy va a la muerte, no al olvido, y que es un rey. La ejecución lo espera; la mañana es atroz y verdadera. No hay temor en su carne. Siempre ha sido,
a fuer de buen tahúr, indiferente. Ha apurado la vida hasta las heces; ahora está solo entre la armada gente.
No lo infama el patíbulo. Los jueces no son el Juez. Saluda levemente y sonríe. Lo ha hecho tantas veces.