¿De qué agreste balada de la verde Inglaterra, de qué lámina persa, de qué región arcana de las noches y días que nuestro ayer encierra, vino la cierva blanca que soñé esta mañana?
Duraría un segundo. La vi cruzar el prado y perderse en el oro de una tarde ilusoria, leve criatura hecha de un poco de memoria y de un poco de olvido, cierva de un solo lado.
Los númenes que rigen este curioso mundo me dejaron soñarte pero no ser tu dueño; tal vez en un recodo del porvenir profundo
te encontraré de nuevo, cierva blanca de un sueño. Yo también soy un sueño fugitivo que dura unos días más que el sueño del prado y la blancura.