Aun la luna, encallada ya en el día, deslumbra la noche ríe la media mar moraría, en donde, llenas por el noroeste, moradas velas lucen en su alegre henchimiento, el rosa del oriente... El faro todavía, plata ya y pequeño, grita, tres veces cada vez: ¡Tierra, tierra, tierra!
Tierra, de nuevo. La última, la primera, la mía, ¡la tierra!