Cada minuto de este oro ¿no es toda la eternidad? El aire puro lo mece sin prisa, como si ya fuera todo el oro que tuviera que acompasar. (¡Ramas últimas, divinas, inmateriales, en paz; ondas del mar infinito de una tarde sin pasar!) Cada minuto de este oro ¿no es un latido inmortal de mi corazón radiante por toda la eternidad?