¡Qué alegre, en primavera, ver caer de la carne del invierno el vestido, dejándola en errante amistad con las rosas, también de carne amable! Ahora, en el otoño, ¡qué alegre es ver cuál cae la carne del estío, del espíritu, dándole por amigas las hojas secas inmateriales!