¡Noche; lago tranquilo, donde miente mi vida su eternidad, copiando su día fugitivo inmensamente; donde mi corazón está, entre las estrellas, copiado, como entre la copia -cercana e imposible- de un almendral en flor en un remanso!
-¡Perpetua amiga, sin los celos ni la envidia de nadie de los días, noche!-
¡Noche, divino espejo, en que el cuerpo se ve su alma; igual, profunda redención de todo el hombre; eterna engañadora, nunca, nunca infiel a tu mentira de justicia y belleza!