Amanece. Descalzo he salido a pisar los caminos, a sentir en la carne desnuda la escarcha. ¡Tanta luz, tanta vida, tan verde cantar de la hierba! ¡Tan feliz creación elevada a la cima más alta! Siento el tiempo pasar y perderse y tan sólo por fuera de mí se detiene. Y parece que está el universo encantado, tocado de gracia. ¡Tanta luz, tanta vida, tan frágil silencio! ¡Tantas cosas eternas que mellan al tiempo su trágica espada! ¡Tanta luz, tan abiertos caminos! ¡Tanta vida que evita los siglos y ordena en el día su magia! Si la flor, si la piedra, si el árbol, si el pájaro; si su olor, su dureza, su verde jadeo, su vuelo entre el cielo y la rama. Si todos me deben su vida, si a costa de mí, de mi muerte es posible su vida, a costa de mí, de mi muerte diaria...
¡Tanta luz, tan remoto latir de la hierba...! (Descalzo he salido a sentir en la carne desnuda la escarcha). ¡Tanta luz, tan oscura pregunta! ¡Tan oscura y difícil palabra! ¡Tan confuso y difícil buscar, pretender comprender y aceptar, y parar lo que nunca se para.