Aquello era hermoso. ¿Te acuerdas de como las flores nacían? ¿De cómo traía el ocaso su rojo clavel en la boca? ¿De un hombre que todas las tardes tocaba el violín a la puerta? ¿Del soñar cotidiano que daba sus llamas al alma en la sombra?
¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso. Yo no sé si tú vuelves conmigo y conmigo lo evocas. ¡Tan alegre pasar, desgarrando el eterno momento, pisoteando, sin verlas, las rosas!
Hay un instante que todo lo puede, que salta los días y vive presente en el cielo dorado de nuestra memoria. ¿Por qué no ha de ser ese instante el que ya para siempre te colme las horas?
¿Te acuerdas de aquello? Aquello era hermoso. Todas las cosas que son, son hermosas aunque sepamos de fijo que acaban y mueren un día, que pasan rozando las vidas y nunca retornan.
¿Te acuerdas de aquello? La juventud nos cantaba, nos canta, su canto de gloria. Aquello era hermoso: pasar sin pensar, y soñar sin llegar, aceptar sin jamás preguntar por la mano que dio la limosna.
Y yo te pregunto. Y acaso esta brisa que mueve la hierba me da tu respuesta, me dice la oscura palabra que nunca se nombra.