¡Qué sola, tierra, sin nosotros! Es posible que sea el alma, vagabunda por tu ladera, la que se sienta solitaria. Hoy es mi pie el que te recorre. Paso a paso te desencanta. Más de cien años de tu sueño sobre los mares reclinada. Más de cien años sin nosotros, encadenados a otras albas. Anduvimos por su recuerdo como en imagen reflejada. Si quisimos oler tu hierba, oír tu viento entre las cañas, morder el pan de tus otoños, beber el vino de tus parras, si quisimos sentirnos, tierra, niños llorosos en tu falda, otros otoños, otros vientos, otras olas nos despertaban de nuestro sordo atardecer y nuestra mágica mañana.
Miro. Te veo como siempre: nuevamente desencantada. Hoy es mi pie el que te recorre, mi propia voz la que te llama, entre juncos, entre manzanas, entre las ruinas de las barcas como esqueletos de ballena que se mantuvieron en tus playas
¡Qué triste, tierra, sin nosotros! Es posible que sea el alma, vagabunda por tu ladera, la que se sienta solitaria.