Pasé la mar cuando creyó mi engaño que en él mi antiguo fuego se templara, mudé mi natural, porque mudara naturaleza el uso, y curso el daño.
En otro cielo, en otro reino extraño, mis trabajos se vieron en mi cara, hallando, aunque otra tanta edad pasara, incierto el bien, y cierto el desengaño.
El mismo amor me abrasa y atormenta, y de razón y libertad me priva. ¿Por qué os quejáis del alma que le cuenta?
¿Qué no escriba decís, o que no viva? Haced vos con mi amor que yo no sienta, que yo haré con mi pluma que no escriba.