Quien supiere, señores, de un pasante que de Juana a esta parte anda perdido, duro de cama y roto de vestido, que en lo demás es blando como un guante; de cejas mal poblado, y de elefante de teta la nariz, de ojos dormido, despejado de boca y mal ceñido, Nerón de sí, de su fortuna Atlante; el que del dicho Bártulo supiere por las señas extrínsecas que digo, vuélvale al dueño y el hallazgo espere; mas ¿qué sirven las señas que prosigo?; si no le quiere el dueño, ni él se quiere, tan bien está con él, tan mal consigo.