Un hombre lleno de febrero, ávido de domingos luminosos, caminando hacia marzo paso a paso, hacia el marzo del viento y de los rojos horizontes -y la reciente primavera ya en la frontera del abril lluvioso...-
Aquí, Madrid, entre tranvías y reflejos, un hombre: un hombre solo.
-Más tarde vendrá mayo y luego junio, y después julio y, al final, agosto-.
Un hombre con un año para nada delante de su hastío para todo.