Escribir un poema: marcar la piel del agua. Suavemente, los signos se deforman, se agrandan, expresan lo que quieren la brisa, el sol, las nubes, se distienden, se tensan, hasta que el hombre que los mira- -adormecido el viento, la luz alta- o ve su propio rostro o -transparencia pura, hondo fracaso- no ve nada.