Hoy todo me conduce a su contrario: el olor de la rosa me entierra en sus raíces, el despertar me arroja a un sueño diferente, existo, luego muero.
Todo sucede ahora en un orden estricto: los alacranes comen en mis manos, las palomas me muerden las entrañas, los vientos más helados me encienden las mejillas.
Hoy es así mi vida. Me alimento del hambre. Odio a quien amo.
Cuando me duermo, un sol recién nacido me manche de amarillo los párpados por dentro.
Bajo su luz, cogidos de la mano, tú y yo retrocedemos desandando los días hasta que al fin logramos perdernos en la nada.