Los poetas prudentes, como las vírgenes -cuando las había-, no deben separar los ojos del firmamento. ¡Oh, tú, extranjero osado que miras a los hombres: contempla las estrellas! (El Tiempo, no la Historia). Evita la claridad obscena. (Cave canem). Y edifica el misterio. Sé puro: no nombres; no ilumines. Que tu palabra oscura se derrame en la noche sombría y sin sentido lo mismo que el momento de tu vida.