Lirios, lirios, más lirios... llueven lirios... La noche es blanca como la ilusión y flota la dulzura del perdón sobre el llanto de todos los martirios.
Hay una vaga claridad de cirios... La luna es una hostia en comunión y el alma se recoge con unción castigada por todos los delirios.
Y es bajo el claro de la luna suave cuando el poeta que medita sabe las tristezas enormes de Pierrot.
Y cuando le asesina la agonía de las nostalgias blancas de María y las nostalgias rojas de Margot.