Tu vida es un gran río, va caudalosamente. A su orilla, invisible, yo broto dulcemente. Soy esa flor perdida entre juncos y achiras que piadoso alimentas, pero acaso ni miras.
Cuando creces, me arrastras y me muero en tu seno; cuando secas, me muero poco a poco en el cieno; pero de nuevo vuelvo a brotar dulcemente cuando en los días bellos vas caudalosamente.
Soy esa flor perdida que brota en tus riberas humilde y silenciosa todas las primaveras.