En Burgos está el buen rey asentado a su yantar, cuando la Jimena Gómez se le vino a querellar; cubierta paños de luto, tocas de ***** cendal; las rodillas por el suelo, comenzara de fablar; -Con mancilla vivo, rey; con ella vive mi madre; cada día que amanece veo quien mató a mi padre caballero en un caballo y en su mano un gavilán; por hacerme más enojo cébalo en mi palomar; con sangre de mis palomas ensangentó mi brial. ¡Hacedme, buen rey justicia, no me la queráis negar! Rey que non face justicia non debía de reinar, ni comer pan a manteles, ni con la reina folgar. El rey cuando aquesto oyera comenzara de pensar: «Si yo prendo o mato al Cid, mis cortes revolverse han; pues, si lo dejo de hacer, Dios me lo demandará». Allí habló doña Jimena palabras bien de notar: -Yo te lo diría, rey, como lo has de remediar. Mantén tú bien las tus cortes, no te las revuelva nadie, y al que mi padre mató dámelo para casar, que quien tanto mal me hizo sé que algún bien me fará. -Siempre lo he oído decir, y ahora veo que es verdad, que el seso de las mujeres no era cosa natural: hasta aquí pidió justicia, ya quiere con él casar. Mandaré una carta al Cid, mandarle quiero llamar. Las palabras no son dichas, la carta camino va; mensajero que la lleva dado la había a su padre.