Grande rumor se levanta de gritos, armas y voces en el palacio de Burgos, donde son los ricoshombres. Bajó el rey de su aposento y con él toda la corte, y a las puertas del palacio hallan a Jimena Gómez, desmelenado el cabello, llorando a su padre el conde; y a Rodrigo de Vivar ensangrentado el estoque. Vieron al soberbio mozo el rostro airado se pone, de doña Jimena oyendo lo que dicen sus clamores: -¡Justicia, buen rey, te pido y venganza de traidores; así se logren tus hijos y de tus hazañas goces, que aquel que no la mantiene de rey no merece el nombre! Y tú, matador cruel, no por mujer me perdones: la muerte, traidor, te pido, no me la niegues ni estorbes, pues mataste un caballero, el mejor de los mejores. En esto, viendo Jimena que Rodrigo no responde, y que tomando las riendas en su caballo se pone, el rostro volviendo a todos, por obligalles da voces, y viendo que no le siguen grita: -¡Venganza, señores!