Cuando la vio pasar el pobre mozo y oyó que le dijeron: ¡Es tu amada!... lanzó una carcajada, pidió una copa y se bajó el embozo. ¡Que improvise el poeta! Y habló luego del amor, del placer, de su destino... Y al aplaudirle la embriagada tropa, se le rodó una lágrima de fuego, que fue a caer al vaso cristalino. Después, tomó su copa ¡y se bebió la lágrima y el vino!