¿Que no hay alma? ¡Insensatos! Yo la he visto: es de luz... (Se asoma a tus pupilas cuando me miras tú.) ¿Que no hay cielo? ¡Mentira! ¿Queréis verle? Aquí está. (Muestra, niña gentil, ese rostro sin par, y que de oro lo bañe el sol primaveral.) ¿Que no hay Dios? ¡Qué blasfemia! Yo he contemplado a Dios... (En aquel casto y puro primer beso de amor, cuando de nuestras almas las nupcias consagró.) ¿Que no hay infierno? Sí, hay... (Cállate, corazón, que esto bien por desgracia, lo sabemos tú y yo.)