Yo vi un ave que süave sus cantares entonó y voló... Y a lo lejos, los reflejos de la luna en alta cumbre que, argentando las espumas bañaba de luz sus plumas de tisú... ¡y eras tú! Y vi un alma que, sin calma, sus amores cantaba en tristes rumores; y su ser conmover a las rocas parecía; miró la azul lejanía... tendió la vista anhelante, suspiró, y cantando amante prosiguió... ¡y era yo!