Ansí, sagrado mar, nunca te oprima menos ilustre peso; ansí no veas entre los altos montes que rodeas exenta de tu imperio alguna cima; ni, ofendida, tu blanca espuma gima agravios de haya humilde, y siempre seas, como de arenas, rico de preseas, del que la luna más que el sol estima. Ansí tu mudo pueblo esté seguro de la gula solícita, que ampares de Thetis al amante, al hijo nuevo: pues en su verde reino y golfo obscuro, don Luis la sirve, honrando largos mares, ya de Aquiles valiente, ya de Febo.