Ya los pícaros saben en Castilla Cuál mujer es pesada y cuál liviana, Y los bergantes sirven de Romana Al cuerpo que con más diamantes brilla. Ya llegó a Tabernáculo la silla, Y cristalina el hábito profana De la custodia, y temo que mañana Añadirá a las hachas campanilla. Al Trono en correones las banderas Ceden en hacer gente, pues que toda La juventud ocupan en hileras. Una Silla es pobreza de una boda, Pues empeñada en oro y vidrieras, Antes la honra que el chapín se enloda.