Las fuerzas, Peregrino celebrado, afrentará del tiempo y del olvido el libro que, por tuyo, ha merecido ser del uno y del otro respetado. Con lazos de oro y yedra acompañado, el laurel con tu frente está corrido de ver que tus escritos han podido hacer cortos los premios que te ha dado. La invidia su verdugo y su tormento hace del nombre que cantando cobras, y con tu gloria su martirio crece. Mas yo disculpo tal atrevimiento, si con lo que ella muerde de tus obras la boca, lengua y dientes enriquece.