A todas partes que me vuelvo, veo Las amenazas de la llama ardiente, Y en cualquiera lugar tengo presente Tormento esquivo y burlador deseo. La vida es mi prisión, y no lo creo, Y al son del hierro, que perpetuamente Pesado arrastro y humedezco ausente, Dentro en mí propio pruebo a ser Orfeo. Hay en mi corazón furias y penas; En él es el Amor fuego y Tirano; Y yo padezco en mí la culpa mía. ¡Oh dueño sin piedad que tal ordenas, Pues del castigo de enemiga mano No es precio ni rescate l'armonía!