Con acorde concento, o con rüidos músicos, ensordeces al gusano, para que los enojos del verano no atienda, ni del cielo los bramidos. No es piedad confundirle los sentidos; codicia sí, guardándole, tirano, para que su mortaja con su mano hile y, en su mortaja, tus vestidos. Nació paloma, y, en tu seno, el vuelo perdió; gusano, arrastra despreciado, y osas llamar tu vil cautela celo. Tal fin tendrá cualquiera desdichado a quien estorba oír la voz del cielo, con músico alboroto, su pecado.