Fuego a quien tanto Mar ha respetado Y que en desprecio de las ondas frías Pasó abrigado en en las entrañas mías, Después de haber mis ojos navegado, Merece ser al Cielo trasladado, Nuevo esfuerzo del Sol y de los días; Y entre las siempre amantes Jerarquías En el Pueblo de luz arder clavado. Dividir y apartar puede el camino; Mas cualquier paso del perdido Amante Es quilate al Amor puro y divino. Yo dejo el Alma atrás: llevo adelante, Desierto y solo el cuerpo peregrino, Y a mí no traigo cosa semejante.