Siempre, Melchor, fue bienaventurada Tu vida en tantos trances en el suelo; Y es bienaventurada ya en el Cielo, En donde sólo pudo ser premiada. Sin ti quedó la Guerra desarmada Y el mérito agraviado sin consuelo; La Nobleza y Valor en llanto y duelo Y la satisfacción mal difamada. Cuanto no te premiaron, mereciste, Y el premio en tu valor acobardaste, Y el excederle fue lo que tuviste. El cargo que en el mundo no alcanzaste Es el que yace, el huérfano y el triste, Que tú de su desdén te coronaste.