En el precio, el favor; y la ventura, venal; el oro, pálido tirano; el erario, sacrílego y profano; con togas, la codicia y la locura; en delitos, patíbulo la altura; más suficiente el más soberbio y vano; en opresión, el sufrimiento humano; en desprecio, la sciencia y la cordura, promesas son, ¡oh Roma!, dolorosas del precipicio y ruina que previenes a tu imperio y sus fuerzas poderosas. El laurel que te abraza las dos sienes llama al rayo que evita, y peligrosas y coronadas por igual las tienes.