Las selvas hizo navegar, y el viento al cáñamo en sus velas respetaba, cuando, cortés, su anhélito tasaba con la necesidad del movimiento. Dilató su victoria el vencimiento por las riberas que el Danubio lava; cayó África ardiente; gimió esclava la falsa religión en fin sangriento. Vio Roma en la desorden de su gente, si no piadosa, ardiente valentía, y de España el rumor sosegó ausente. Retiró a Solimán, temor de Hungría, y por ser retirada más valiente, se retiró a sí mismo el postrer día.