Nególe a la razón el apetito el debido respeto, y es lo peor que piensa que un delito tan grave puede a Dios estar secreto, cuya sabiduría la oscuridad del corazón del hombre desde el cielo mayor, la lee más claro. Yace esclava del cuerpo la alma mía, tan olvidada ya del primer nombre que no teme otra cosa sino perder aqueste estado infame, que debiera temer tan solamente, pues la razón más viva y más forzosa que me consuela y fuerza a que la llame, aunque no se arrepiente, es que está ya tan fea, que se ha de arrepentir cuando se vea. Sólo me da cuidado ver que esta conversión tan conocida ha de venir a ser agradecida más que a mi voluntad, a mi pecado; pues ella no es tan buena que desprecie por mala tanta pena, y aunque él es vil, y de dolor tan lleno que al infierno le igualo, sólo tiene de bueno el dar conocimiento de que es malo.