Pues hoy pretendo ser tu monumento, porque me resucites del pecado, habítame de gracia, renovado el hombre antiguo en ciego perdimiento. Si no, retratarás tu nacimiento en la nieve de un ánimo obstinado y en corazón pesebre, acompañado de brutos apetitos que en mí siento. Hoy te entierras en mí, siervo villano, sepulcro, a tanto huésped vil y estrecho, indigno de tu Cuerpo soberano. Tierra te cubre en mí, de tierra hecho; la conciencia me sirve de gusano; mármol para cubrirte da mi pecho.