En nombre de tu rostro de lirio enfermo, en nombre de tu seno, frágil abrigo donde en noches pobladas de espanto duermo, ¡yo te bendigo!
En nombre de tus ojos de adormideras, doliente y solitario fanal que sigo; en nombre de lo inmenso de tus ojeras,
¡yo te bendigo! Yo te dedico el ímpetu orgulloso con que en las cimas de todos los calvarios, me crucifico iluso ¡pretendiendo que te redimas!
Yo te consagro un cuerpo que martirio sólo atesora y un alma siempre oscura, que por milagro, del cáliz de ese cuerpo no se evapora... Mujer, tu sangre yela mi sangre cálida; mujer, tus besos fingen besos de estrella; mujer, todos me dicen que eres muy pálida, pero muy bella...
Te hizo el Dios tremendo mi desposada; ven, te aguardo en un lecho nupcial de espinas; no puedes alejarte de mi jornada, porque une nuestras vidas ensangrentada cadena de cilicios y disciplinas.