A veces, en sueños, mi espíritu finge escenas de vidas lejanas:
yo fui un sátrapa egipcio de rostro de esfinge, de mitra dorada, y en Menfis viví.
Ya muerto, mi alma siguió el vuelo errático, ciñendo en Solima, y a Osiris infiel, la mitra bicorne y el éfod hierático del gran sacerdote del Dios de Israel.
Después, mis plegarias alcé con el druida y en bosque sagrado Velleda me amó. Fui rey merovingio de barba florida; corona de hierro mi sien rodeó.
Más tarde, trovero de nobles feudales. canté sus hazañas, sus lances de honor, yanté a la su mesa, y en mil bacanales sentime beodo de vino y de amor. Y ayer, prior esquivo y austero los labios
al Dios eucarístico, temblando acerqué: por eso conservo piadosos resabios, y busco el retiro siguiendo a los sabios y sufro nostalgias inmensas de fe.